Meditando en mis anhelos me acerqué a Dios, le pedí que me diese alas fuertes para buscarte, le rogué de rodillas que quería encontrarte, a ti, mujer de mis sueños, amada de mis ensueños, a lo qué él accedió, entonces me remonte a las alturas, atravesé mares y ríos, montañas y valles, pero no te encontré, busque en los desiertos, en los polos de la tierra, pero no te encontré, luego subí más alto, a la luna y las estrellas, pero tampoco te encontré, rodee el círculo de la tierra, pero no te divisé, decepcionado volví a Dios y le pregunte: Señor, Padre, para que me diste las alas si tu todo lo sabes, la busqué por todos lados y no la encontré, aún en el firmamento me remonte pero tampoco estaba; él, al notar mi tristeza con voz tierna y dulce me contestó: No necesitas alas fuertes para encontrarla, aún, ni siquiera moverte, solo con la fuerza que emana de tu corazón lo lograrás; ella ahora te busca también, al igual que tú, me pidió alas para buscarte, a lo que yo accedí, pero tampoco te encontró, regreso triste y desconsolada y lo mismo que tú, me pregunto, por lo que le respondí: No lo busques, déjale esa tarea a tu corazón, reposa, confía en mi. Yo estoy atento a la oración y el clamor, cuando aprendan a confiar en mi, ese día los uniré, se hará bonanza, serán feliz..
Hughbarrish
